ATRIBUCIÓN DE LOS ÉXITOS O LOS FRACASOS
A menudo, muchos niños suelen atribuir sus fracasos y su mal comportamiento a factores externos y los éxitos a factores internos. Si le preguntamos a algún niño por qué cree que ha suspendido o ha sacado malas notas, no suele contestar que es debido al poco tiempo que le dedicó al estudio, a que no comprendía los ejercicios o a que no se concentró lo suficiente, sino que es mucho más probable que conteste que el profesor le tiene manía, que el examen era demasiado difícil, que no lo terminó por falta de tiempo, etc.
Esto sucede porque de forma habitual se atribuyen los fracasos a los demás. Cuántas veces les hemos oído a nuestros alumnos, hermanos o hijos la famosa frase de “también ha suspendido Pedro” o “ha suspendido la mitad de la clase”. Pues bien, esos comentarios son una forma de proteger su propia autoestima, lo que implica una falta de control sobre los acontecimientos que le conciernen.
¿Cómo modificar esta conducta? El niño debe ser capaz de reconocer el grado de responsabilidad que debe tener en relación con los acontecimientos, evitando los pensamientos expuestos con anterioridad.
Sin embargo, si son capaces de recapacitar sobre lo sucedido, será más sencillo poner solución al problema.
Por este motivo, es muy importante asegurarse que el niño atribuye las causas de sus buenas o malas conductas de una forma adecuada. Vosotros como padres, tutores, hermanos, debéis poco a poco conseguir que reanalicen las situaciones para llegar a la conclusión de la causa del fracaso, el cual podrá ser evitado para otras ocasiones. De esta manera las expectativas que el niño tendrá sobre su rendimiento en el futuro serán más positivas.