LA COMPETITIVIDAD EN LOS NIÑOS
Aunque la competitividad nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, es preciso tener en cuenta que, a corto y largo plazo, da lugar a grandes problemas cuando se vive como algo obsesivo.
La competitividad en niños se aprecia en sus juegos y en los deportes que practican, pero también en las tareas escolares, por ejemplo, si un niño se enfada por haber perdido un juego o por no haber sacado sobresaliente en las notas, hablamos de un niño extremadamente competitivo. De este modo, los niños evalúan sus resultados como una victoria o una derrota, lo que genera:
- Baja autoestima.
- Estrés.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Extremada preocupación por la perfección.
Por ello, sería importante desarrollar en el niño una competitividad positiva comparándose consigo mismo y no con los demás, y valorando el esfuerzo y no solo el resultado. Además, sería preciso fomentar actitudes de cooperación y de ayuda a los demás, enseñarles a aprender de los errores y a que disfruten del proceso, olvidando el resultado.
Así, encaminamos su educación hacia una competición sana consigo mismos, desarrollando en los niños la capacidad para superar dificultades y solucionar los problemas, mientras que disfrutan de lo que hacen y aprenden que no se puede ganar siempre.