La resiliencia: reto para padres y educadores
La resiliencia se define como la capacidad que tenemos las personas para afrontar situaciones estresantes y salir fortalecidos de las mismas. El desarrollo de esta capacidad nos permite continuar proyectándonos al futuro, es decir, nos proporciona estrategias que nos ayudan a disminuir los efectos adversos del acontecimiento estresante siendo capaces de afrontarlo con mayor éxito.
Fomentar esta capacidad desde niños es esencial, ya que su desarrollo proporciona recursos y estrategias que contribuyen a su bienestar psicológico, emocional y social. Por ello, hemos elaborado una serie de recomendaciones para aumentar la capacidad de resiliencia desde el ámbito familiar.
Estas recomendaciones son:
- Crear un entorno afectuoso donde el menor se sienta querido y la relación padres – hijo esté basada en el amor incondicional. Algunas consideraciones útiles para conseguirlo pueden ser: dedicarle tiempo al niño para jugar o hacer otra actividad juntos; o demostrarle afecto mediante pequeños gestos e ir generalizándolo a otras situaciones.
- Disminuir los sentimientos de inseguridad y frustración que el menor experimenta. Para ello es importante hablar sobre las emociones negativas que experimenta y fomentar que las acepte y las cambie por otras positivas para que sea capaz de regular las emociones y que estas sean ajustadas a cada situación.
- Escuchar de forma activa intentando comprender a su hijo sin que se sienta juzgado. Es importante no olvidar que los menores necesitan que los adultos le transmitan un mismo mensaje en varias ocasiones, por lo que es recomendable no perder la paciencia y repetirlo las veces que el niño lo necesite, ya que así el menor sentirá un mayor manejo de las situaciones y le ayudará a afrontar de forma más eficaz los problemas.
- Valorar y tener en cuenta las opiniones y puntos de vista del menor.
- Promover la autonomía de su hijo proponiéndole actividades que pueda hacer por sí mismo, animándole en los éxitos y apoyándole en los fracasos. Es importante tener en cuenta el nivel de capacidad del menor y no exigirle más de lo que este pueda hacer para así evitar cualquier sentimiento de frustración.
- Controlar la impulsividad y las reacciones desafiantes del menor, fomentando así el autocontrol de la propia conducta.
- Establecer normas y límites claros, referidos a conductas concretas y adaptados a las capacidades del niño. Es importante que sepa lo que se espera de él y las consecuencias de su conducta, lo que le proporcionará seguridad.
- Ayudar al menor a controlar su impulsividad en las relaciones sociales y adquiera competencias para comunicarse con facilidad, adaptando su comportamiento en la interacción con los demás.
- Enseñar estrategias de resolución de problemas y toma de decisiones para que pueda enfrentarse de forma eficaz a situaciones problemáticas. Es útil dejar que el niño resuelva el problema por sí mismo y que aprenda de las consecuencias que tienen sus decisiones en el mismo y en los demás. Y si queremos hacer críticas que sean constructivas, no personales y solo sobre el comportamiento concreto.
- Aceptar a su hijo como es, comprendiendo sus limitaciones y fomentando sus capacidades. Tomar conciencia de que son personas únicas y especiales y se les quiere de manera incondicional. Así se le proporcionará seguridad y confianza y se sentirá respetado y entendido.
Etiqueta:academia getafe, educación